El taoísmo es un ejemplo claro de cómo la filosofía puede convertirse en un modo de vida, yendo más allá de la especulación intelectual. He aquí uno de sus símbolos: el bambú. Raíz, flexibilidad, adaptación, no resistencia.
“El tronco del bambú se yergue derecho, fuerte, y conserva el espíritu sabio de dejarse llevar blandamente por la naturaleza. Cuando el viento lo embate con rudeza nunca resiste; cede y se dobla acompañando el fluir natural, pero nunca se quiebra. Sólo cediendo se vence”. – «El Tao de la Música», Carlos D. Fregtman. –