Shamata

Aquí os dejo un fragmento de un texto escrito por el maestro budista Sogyal Rimpoché, autor de «El Libro Tibetano de la Vida y de la Muerte» que nos habla de la práctica de Shamata (en tibetano Shine), que significa «morar en calma» o «meditación de la tranquilidad». Es una de las primeras prácticas de meditación dentro del budismo tibetano, pero para realizarla y beneficiarse de ella no hace falta ser budista, ni religioso. Tan sólo nos ayuda a domar nuestra mente, más que a ser domado por ella. Vendría a ser un domesticar a los caballos en vez de ser tirado por ellos a donde ellos quieren, tal y como se representa en el mito platónico del carro alado (en el Diálogo «Fedro»). Unas palabras acerca de samatha:

«Cuando empezamos, es una práctica de atención. La práctica de shamata puede ser con un objeto de soporte o sin él. A veces usamos una imagen de Buda como objeto o, al igual que suecede en todas las escuelas budistas, observamos la respiración levemente y con atención. El problema para todos nosotros es que nuestra mente siempre está distraída. Y cuando está distraída, la mente crea pensamientos sin cesar. No hay nada en lo que no pueda pensar o hacer. Si nos fijáramos, veríamos el poco discernimiento que tenemos, y las muchas veces que simplemente dejamos surgir todo tipo de pensamientos y nos perdemos en ellos. Se ha convertido en la peor de todas las malas costumbres. No tenemos disciplina, así como tampoco disponemos de ningún medio para fijarnos en qué tipo de pensamientos nos ocupan; surja lo que surja, nos dejamos arrastrar por una espiral de historias e ilusiones que nos tomamos tan en serio que, no tan sólo nos las creemos, sino que se vuelven parte de nosotros mismos.

Por supuesto, no deberíamos reprimir nuestros pensamientos y emociones, pero tampoco deberíamos complacernos en ellos. Lo que ocurre es que nos hemos complacido en exceso a la hora de pensar. El resultado son las enfermedades mentales, e incluso físicas. Muchos médicos tibetanos han notado la preeminencia en el mundo moderno de desórdenes debidos a desequilibrios del prana o aire interno, causados por un exceso de agitación, preocupaciones, ansiedad y pensamientos, que se añaden a la velocidad y a la agresividad que dominan nuestras vidas. Lo que necesitamos de veras es tan sólo paz. Es por esta razón que nos damos cuenta que sentarnos, aunque solo sea por un momento, inspirar y espirar dejando a nuestros pensamientos y emociones posarse tranquilamente, puede constituir un maravilloso descanso. 

¿Como se sosiegan los pensamientos y las emociones? Si dejas un vaso de agua turbia en reposo, sin tocarlo, la suciedad se posará en el fondo, y la claridad del agua se hará evidente. Del mismo modo, en la meditación, permitimos a nuestras ideas y emociones sosegarse naturalmente, en un estado de confort natural. Hay un dicho maravilloso de los grandes maestros del pasado: «El agua, si no la agitas, se aclara; la mente, cuando no se la altera, encuentra su propia paz natural».

Cuando nos abandonamos a la distracción y a pensar en exceso sin prestar atención, cuando nos perdemos en pensamientos invitamos a los problemas mentales y a la angustia. El antídoto a aplicar es la atención. La meditación es la práctica de la no distracción. La práctica de shamata es hacer que la mente vuelva una y otra vez a la respiración. Si estás distraído, en el instante en que te des cuenta, sencillamente vuelve a centrarte en la respiración. 

Los maestros siempre aconsejan que al practicar la meditación de «permanecer en calma», lo importante es no concentrarse demasiado. Por esta razón recomiendan poner tan sólo un 25% de la atención en la respiración. Pero entonces, como puedes haber notado, la atención por si sola no es suficiente. Mientras que se supone que estás observando la respiración puede suceder que, tras unos pocos minutos, te encuentres jugando un partido de fútbol o protagonizando tu propia película. Por lo tanto, hay que dedicar otro 25% a una conciencia continua y vigilante que supervisa y comprueba si sigues atento a la respiración. El otro 50% de tu atención lo dejas permanecer, espaciosamente. Por supuesto, la exactitud de los porcentajes no es tan importante como el hecho de que los tres elementos -atención, conciencia y espaciosidad- estén presentes.

Buda dijo: «Somos lo que pensamos, y todo lo que somos surge con nuestros pensamientos. Con nuestros pensamientos creamos el mundo. Habla o actúa con una mente pura y la felicidad será el resultado.»

Fragmento extraído de «La Gran Paz Natural», Sogyal Rimpoché.

¡Ojalá todos podamos practicar algo tan sencillo y vivir más en paz!