Autotrascendencia

Este post se lo dedico a la obra «Psicoterapia y Humanismo» del dr. Viktor Frankl, creador de la logoterapia, que ancla la búsqueda de sentido en lo esencial de la humanidad.:

«…He tenido como estudiantes a tres oficiales americanos que habían permanecido durante mucho tiempo en campos de prisioneros de guerra de Vietnam del Norte, y ellos también habían observado que aquellos prisioneros que sabían que algo o alguien seguía esperando por ellos eran los que mayores posibilidades tenían de sobrevivir. El correspondiente mensaje – el legado- es que la supervivencia dependía de un para qué o para quién. Es decir, la existencia dependía de la autotrascendecia».

Así, llegué a comprender que el primordial hecho antropológico humano es estar siempre dirigido o apuntando  hacia algo o alguien distinto de uno mismo, hacia un sentido que cumplir u otro ser humano que encontrar, una causa a la cual servir o una persona a la cual amar. Tan sólo en la medida en que alguien vive esta autotrascendecia de la existencia humana, es auténticamente humano o deviene auténticamente él mismo. Y deviene así, no preocupándose por la realización de sí mismo, sino olvidándose de sí mismo, concentrándose en algo o alguien situado fuera de sí mismo…».

En esta línea, afirma más adelante que «es, en realidad, la persecución de la felicidad lo que impide ser feliz.» [p. 36]

Y, en otro lugar, redondea diciendo que «aquella cualidad de la realidad humana que denomino autotrascendecia, designa el hecho de que ser humano significa básicamente referirse y dirigirse a algo distinto de uno mismo» [p. 73]

Es un tema muy amplio que abordar y los fragmentos seleccionados fácilmente podrían malinterpretarse si no se adoptan con amplitud de perspectiva.

Personalmente he escogido este concepto pues lo he podido vivenciar claramente en primera persona estas últimas semanas, al colaborar en Zutut Ha, un proyecto de acoaldea en el corazón de Yucatán, México. Ha sido muy interesante observar cómo el levantarse a las 5.00 de la madrugada para ir a trabajar se hace con ilusión y con ganas, pues tiene sentido lo que se está haciendo, se trata de manifestar en lo concreto los principios de la bioconstrucción y la permacultura, el reciclaje y el respeto por toda forma de vida. Lejos queda el modo de vida estandarizado de las ciudades, donde muchas personas hipotecan su existencia en trabajos donde sólo esperan a que llegue el fin de semana, las vacaciones o la jubilación, porque lo que hacen no les llena vitalmente. Cada vez estoy más convencido de que hay que hallar la manera de vivir con sentido, de autotrascenderse, de entregar las energías que tenemos a la vida, de compartir proyectos con otras personas para tratar de cambiar hacia mejor las cosas, transformarlas, pues ya están bien difíciles como para no hacer nada, a nivel humano, social, medioambiental, etc. Somos responsables de lo que entreguemos a nuestros propios hijos, aunque no los tengamos, y negar nuestra responsabilidad es negar nuestra libertad, pues van de la mano.

Seguro de inmediato surge la idea de que son las circunstancias las que determinan nuestras posibilidades, y el tema es lo suficientemente interesante como para abordarlo en otro post. Espero que podamos ir viendo que las circunstancias no son más que la tierra en la que cultivamos nuestras actitudes ante la vida.

«El que tiene un por qué para vivir, es capaz de soportar casi cualquier cómo» Nietzsche.