“El hombre de hoy elude el silencio, porque tiene miedo de su sombra y de la propia profundidad. Cada vez que intenta aventurarse en el mundo del silencio, surgen semillas del pasado, fantasías, temores, ansiedades, los asuntos pendientes de su vida llaman a la puerta de su alcoba más íntima. En el silencio se hace presente el pasado, con situaciones, relaciones, personas, objetivos…no vividos ni asumidos, que piden ser identificados y afrontados. El hombre tiene miedo de enfrentarse consigo mismo, en un contacto directo con su profunda y verdadera situación. Atemorizado por el estar consigo mismo, prefiere llenarse de demasiadas actividades (lectura, estudio, trabajo…) que lo distorsionan hasta romperlo. Se cansa tanto que se dispersa, se aleja de sí mismo, se separa de su corazón, y se hace extraño a sí mismo. Prefiere ahogar su mundo interior, evadir y tapar su dolorosa realidad con la ilusión de que ya no existe. Así, transcurre toda su vida: corre, corre y corre, hasta explotar”.
Del artículo “Miedo al silencio” del logoterapeuta Kitmbwa Lukangakye.
¿La alternativa? Parar, desconectar los aparatos, entrar en contacto con uno mismo, respirar, sostener lo que suceda, atender al momento en que el vacío se transforma en algo creativo. Diariamente, aunque sean 5 minutos. Contemplar, atender, sentado o andando, con ojos abiertos o cerrados, la eterna presencia de lo que te rodea.
Muchas gracias Pablo, muy interesante. Un abrazo. Feli
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