Yin. Yang. Yin yin, yang yang. Yin yang, yang yin. Yin yin yin, yang yang yang. Yin yang yin, yang yin yang. Yin yin yang, yang yang yin. Yang yin yin, yin yang yang. Y así se resume todo lo existente. La luz y la oscuridad, la primavera y el otoño, el frío y el calor, el subir y el bajar, el dar y el recibir. La fealdad que hay en lo bello y lo bueno que hay en lo malo. La tierra y el cielo, el agua y el fuego, la montaña y el lago, el trueno y el viento. Del dos sale el cuatro, después el ocho y luego el sesenta y cuatro. Todas las energías y sus movimientos, infinidad de escenas y paisajes. Avanzando y retrocediendo, a la izquierda y a la derecha, activo y en reposo. La quietud dentro del movimiento, el movimiento dentro de la quietud.
Un vacío que sostiene el alternar cíclico de los opuestos, una unidad que sub-yace tras la dualidad. Una no-dualidad, para no sumarle uno y volver al dos.
Bajo el alternar de los polos, tras el movimiento de lo uno a lo otro, un espacio sin forma de fondo, un todo fondo sin forma del que brotan, rebrotan y se disuelven las figuras. Como representado a lo que por no ser, no es ni vacío. Pero que posibilita todo lo demás.
Un círculo. Un círculo con un punto. Un movimiento que separa dos partes. Y después el Tai Chi (el diagrama que erróneamente se suele denominar “yin yang”). Los contrarios como complementarios, el equilibrio como algo dinámico, la semilla de lo uno en su opuesto. Una danza, un par de peces en movimiento, la unión sexual creadora de vida. El ser como emergiendo del no ser, pero que tampoco es no ser. Un estallido que brota quién sabe de dónde y produce un universo. ¿no es eso el Big Bang? Una cosmogonía que redunda en una forma de vida, que ayuda a nuestra psique y nos equilibra la energía. Que comprende nuestras emociones y nos indica cómo vivir en paz. ¿Vivir en armonía? Centrar el yin yang en sus diferentes fases y descansar en el Wu.
“Unir cuerpo y mente en un conjunto del que no puedan disociarse.
Equilibrar el Qi hasta hacerlo tan armónico como el de un recién nacido.
Purificar la visión interna hasta dejarla libre (…). Esta es la Gran Virtud».
Lao Tse,»Tao Te King», 10.
El Wu Chi como postura básica de chi kung:
