Expresión latina que significa “Recuerda que morirás”. Al parecer, los orígenes de esta expresión se encuentran en la antigua Roma cuando, tras una victoria, un esclavo iba detrás del general repitiéndole “Respice post te! Hominem te esse memento! Memento mori” (“mira tras de ti, recuerda que eres un hombre, recuerda que morirás), con el objetivo de evitar la soberbia y el endiosamiento durante el desfile conmemorativo.
El ser humano parece ser el único que tiene consciencia de su finitud. Dependiendo de cómo se interprete, este hecho puede ser el origen de la angustia existencial o conectarnos con algo que va más allá de nosotros. A lo largo de la historia de la humanidad, han sido diversas las soluciones que se han ofrecido para afrontar la condición trágica de nuestro paso por esta vida. En antiguas tradiciones, el culto a los antepasados era una manera de mantenerlos vivos, a través de prácticas y ritos que los rememoraban.
Desde la religión y la filosofía, se han aportado también diferentes respuestas para encarar este hecho, que han encauzado toda una actitud ante la propia vida, desde el nihilismo y el carpe diem hasta la responsabilidad personal y colectiva.

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Reflexiones
Para vivir una vida feliz es muy importante superar el miedo a la muerte. Para ello, Epicuro aportó una solución muy simple. “La muerte no nos concierne, pues mientras existimos, la muerte no está presente. Y cuando llega la muerte nosotros ya no existimos”
Jostein Gaarder, El Mundo de Sofía.
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“No creo que exista ocupación que convenga más a un hombre que muy pronto va a partir de este mundo, que la de examinar bien y procurar conocer a fondo qué es precisamente este viaje y descubrir la opinión que de él tenemos”.
“Un hombre que se ha consagrado toda la vida a la filosofía, tiene que morir lleno de valor”.
“Los hombres ignoran que los verdaderos filósofos sólo laboran durante la vida para prepararse para la muerte”.
Platón, Fedón.
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“Piensa cuánto tiempo hace que dejas para otro día estos asuntos tan importantes (…). Piensa que sólo dispones de un tiempo limitado, y que si no lo aprovechas para buscar la tranquilidad de tu alma, ésta desaparecerá para siempre contigo”.
Marco Aurelio, Meditaciones, Libro II, 4.
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A propósito de Heidegger, Mónica Cavallé comenta en “La Sabiduría de la No Dualidad” (p. 255): “Con el indeterminado “uno morirá” que relega la muerte al “uno”, al “se”, es decir, a nadie; con las habituales actitudes consoladoras acerca de la muerte; con su hacer de la facticidad de la muerte una certeza meramente empírica fruto de la observación de la muerte de “otros”, etc., el hombre busca –sin saberlo- sofocar la angustia que sufre ante ella, y se cierra así, encubriéndola, a su posibilidad más propia. Por el contrario, ser-para-la-muerte, elegirla conscientemente en su anticipación, en su latencia en el instante presente, significa comportarse de tal modo respecto de la muerte que ésta se desenmascara y se muestra como lo que es: como su posibilidad más peculiar, irreferible e irrebasable”.
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Para Sartre, fallecer no le da sentido a la vida, sino al contrario, le resta cualquier significación. Trae ruptura, quiebre, caída al vacío. Pensaba que con la muerte, el hombre perdía su libertad y se quedaba sin posibilidades de realizarse.
“La muerte es la continuación de mi vida, sin mí”.
Sartre
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“La moderna sociedad industrial es una religión fanática. Estamos demoliendo, envenenando, destruyendo todos los sistemas vitales del planeta. Estamos firmando letras que nuestros hijos no podrán pagar…Nos comportamos como si fuéramos la última generación que va a vivir en el planeta. Sin un cambio radical de corazón, de mente, de visión, la Tierra acabará como Venus, calcinada y muerta”
José Antonio Lutzenberger, exministro brasileño de Medio Ambiente.
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“No hay lugar en la tierra donde la muerte no pueda encontrarnos, por mucho que volvamos constantemente la cabeza en todas direcciones como si nos halláramos en una tierra extraña y sospechosa. (…). Si hubiese alguna manera de resguardarse de los golpes de la muerte, no soy yo aquél que no lo haría. (…). Pero es una locura pensar que se pueda conseguir eso. (…).
Los hombres vienen y van, trotan y danzan, y de la muerte ni una palabra. Todo muy bien. Sin embargo, cuando llega la muerte, a ellos, a sus esposas, sus hijos, sus amigos, y los sorprende desprevenidos, ¡qué tormentas de pasión no los abruman entonces, qué llantos, qué furor, qué desesperación! (…).
Para empezar a privar a la muerte de su mayor ventaja sobre nosotros, adoptemos una actitud del todo opuesta a la común; privemos a la muerte de su extrañeza, frecuentémosla, acostumbrémonos a ella; no tengamos nada más presente en nuestros pensamientos que la muerte. (…). No sabemos dónde nos espera la muerte: así, pues, esperémosla en todas partes. Practicar la muerte es practicar la libertad. El hombre que ha aprendido a morir ha desaprendido a ser esclavo”
Montaigne, Ensayos.
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Esta existencia nuestra es tan pasajera como las nubes de otoño. Observar el nacimiento y la muerte de los seres es como contemplar los movimientos de un baile. La vida entera es como un relámpago en el cielo; se precipita a su fin como un torrente por una empinada montaña”
Buda
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Preguntas
¿Cuál es tu perspectiva ante la muerte? ¿Y ante la muerte propia? ¿Qué actitud ante la vida te hace adoptar tu visión o ceguera ante la finitud de tu existencia?
¿Qué asuntos inconclusos te impedirían morir en paz en estos momentos?
Muchísimas gracias Pablo. Espero estés pasando un buen verano. Un abrazo
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Muchas gracias Felicidad! Un abrazo y buen verano:)
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