Reflexión de Marco Aurelio

«Por la mañana no dejes de decirte a ti mismo: Tropezaré hoy con algún curioso, con algún ingrato, con algún provocativo, con otro doloroso, con otro envidioso, con otro intratable; todo esto le viene a ellos de la ignorancia del bien y del mal. Pero yo, que por una parte tengo bien visto y meditado que la naturaleza del bien, totalmente consiste en lo honesto; la del mal, en lo vergonzoso, y que por otra conozco a fondo ser tal la condición del que peca, que no deja de ser mi pariente, no por un vínculo común de una misma sangre o prosapia, sino porque participamos de una misma mente y partícula o porción divina; bien sé que ninguno de éstos puede perjudicarme (puesto que ningún otro, no queriendo yo, puede complicarme en su infamia); ni debo enojarme contra quien es mi pariente, ni concebir odio contra su persona. Porque los hombres hemos nacido para ayudarnos mutuamente como lo hacen los pies, las manos, los párpados, los dos órdenes de dientes, el superior e inferior; por tanto, es cosa contra la naturaleza que unos a otros nos ofendamos, como sin duda lo hace el que se estomaga con otros y les es contrario»

Marco Aurelio, Meditaciones, Libro II, 1.